domingo, 11 de octubre de 2009

Por los ojos de un niño

No resulta fácil enfrentar las debilidades que dominan nuestro ser, a veces escuchamos de los demás en que estamos fallando, o los que ellos perciben de nosotros, pero aún así hacemos oído sordo, o simplemente no hacemos nada por mejorar. Cuantas veces he empezado una dieta fallida, cuantas personas me dicen estas pasadita de peso, haz subido unas cuantas libras, y hay quienes son más duros pero sincero, mi padre al verme me dice “pero mi hija que gorda estas”, y yo que trato de verme poco al espejo, no hago mucho para mejorar eso, justifico una y otra vez mi gran debilidad, utilizo de excusa, aunque puede que tenga algo de verdad, que no puedo controlar el deseo de comer, soy adicta a los dulces y a las pastas, no puedo, y lleno cada día mi vida de esos pretextos para no hacer algo por mí misma y evadir la realidad.

Sé que mi esposo no me crítica por ello, pero no soy tonta lo veo preocupado porque cambie, y aún no hago nada por mí; hoy fue lo más difícil, enfrentar la verdad vista a través de los ojos sinceros de mi hijo, que con su inocente tres añitos me preguntó: ¿Mami, por qué tu eres tan gorda?, mis ojos lo miraron directamente a los de él, y con un nudo en mi garganta casi sin poder emitir palabra alguna le pregunté: ¿No me quieres así?, me miró fijamente y entre lagrimas que empañaban mi vista lo vi, pero sobre todo lo escuché decirme: “no mami, no te quiero así”, en ese momento entendí que no resulta fácil ver la verdad a la que huía, no resulta fácil ver la verdad por los ojos de un niño, porque sé que es la más sincera percepción, en él no hay malicia, en él no hay mentiras, en él no hay verdad a medias, en él no hay pensamientos de herirme, simplemente él dice lo que ve, eso hoy me ha hace meditar que debo hacer con mi vida, que tanta lástima por mí, por lo errores cometidos, por qué esa debilidad a algo inerte, por qué dejarme dominar por aquello que me está matando, es momento de pensar, porque esa percepción no vino de un simple tercero, esa percepción vino de lo más sincero, esa verdad vino por los ojos de un niño.